La convivencia con nuestros compañeros de cuatro patas suele ser un proceso de adaptación. Por años se optó por el condicionamiento de los animales para llevarlos a actuar de una determinada manera, pero la experiencia nos dice que esa no es la única forma, -y en muchas ocasiones ni siquiera la mejor- para fortalecer el vínculo con nuestros perros.

Y es que, aunque pensamos poco en la idea del libre albedrío, es un concepto que está presente en ellos. No todos los perros reaccionarán de la misma manera ante los mismos estímulos. Incluso un mismo perro que ha pasado cientos de veces por la misma experiencia, puede reaccionar de manera distinta cuando percibe la situación de otra manera.

Es evidente que hay perros que comparten una carga genética que permite predecir en mayor o menor grado su comportamiento, pero cada uno es distinto. Y ello es así debido a que todos tienen una manera distinta de enfrentarse a la realidad, de gestionar el estrés y de reaccionar ante situaciones desconocidas.

Cuando educamos a nuestros compañeros desde el respeto, nos damos cuenta cómo reaccionan ante las circunstancias que se enfrentan. Su lenguaje corporal, sus miedos, las situaciones que detonan el estrés. Muchos adiestradores tradicionales no toman en cuenta estos factores, sino que parten de la premisa de que los perros han de ser condicionados para que reaccionen de una misma forma ante los estímulos.

Ese tipo de “adiestramiento” limita la capacidad de aprendizaje del perro y puede generar miedos, ansiedad, agresividad y más problemas de los que realmente soluciona. Mientras tanto, la educación en positivo y desde el respeto le permite al animal aprender en un contexto totalmente distinto, donde podrá asociar una conducta con algo que ellos consideran positivo.

Y más allá de la educación, conviene entender que nuestros compañeros no siempre están en disposición de aprender; que hay situaciones que les generarán estrés, ansiedad, o simplemente pueden estar cansados o distraídos con algo que les llama más la atención que nosotros. Son situaciones que, como responsables, hemos de saber gestionar con paciencia, empatía y respetando el libre albedrío de nuestros compañeros.

Evidentemente, hay situaciones en donde debemos intervenir y ayudar a nuestro compañero, cuando su bienestar está por encima de su capacidad de discernimiento. Que respetemos su libre albedrío, no significa que dejaremos que coma algo que no debe del suelo, o que hemos de dejarlo expuesto a situaciones de riesgo para su salud. ¡Para eso estamos nosotros como su familia, para cuidarlo!

Entonces, ¿en qué casos podemos fomentar el libre albedrío de nuestros perros, de forma responsable?

 

En los paseos

El paseo es parte de la rutina y de los momentos más importantes para nuestros compañeros de cuatro patas. En este ritual, debemos intentar fomentar al máximo posible que puedan disfrutar y estar tranquilos.

Ello no va a ocurrir si cuando vamos de paseo tomamos una correa y los sometemos a una caminata a un ritmo en el que no van cómodos, no los dejamos olfatear, y cuando apenas comienzan a disfrutar de la salida, vamos de regreso.

Tampoco será una experiencia grata para él si el paseo es por una zona muy transitada y tu perro es sensible a los ruidos.

Con un poco de atención, podremos detectar los momentos en que nuestro compañero quiere algo en especial en su paseo, o si hay algo que le genera rechazo. Y al detectar estos momentos y reconocer su libre albedrío, en lugar de forzarlo, hemos de buscar la manera de gestionar la situación de manera de no provocar una experiencia negativa.

 

Libre albedrío en la comida

La alimentación animal también es una oportunidad para que nuestros compañeros pongan en práctica su libre albedrío. Que un perro no coma, puede ser en ocasiones señal de algún problema de salud, pero en otros casos puede ser una indicación de que no le gusta el alimento.

En lugar de limitarle las opciones a un alimento que no le gusta (y siempre que hayamos descartado con un veterinario que no tenga ningún problema de salud), hemos de ofrecerle otras alternativas para que tenga una alimentación saludable y que realmente disfrute.

Es posible que tu compañero te esté diciendo que el alimento que está comiendo no es suficiente para él, y que necesita algo más. Hoy en día, los responsables tienen a disposición muchas maneras de saber cuál es la mejor forma de alimentar a sus compañeros.

 

Dónde dormir

Muchas veces queremos que nuestro compañero duerma en SU cama en algún lugar determinado de nuestro hogar. Y hay algunos perros que se adaptan fácilmente a cualquier espacio. Sin embargo, hay otros que prefieren dormir en el piso, o ir probando espacios. Siempre que no haya un peligro para ellos, podemos dejarlos encontrar ese lugar donde se sienten cómodos y protegidos.

 

Abrigo

La necesidad primaria de la vestimenta en los humanos es protegernos del clima. En el caso de los perros, el uso de cualquier tipo de prenda que los abrigue debe responder a la misma premisa. Hay perros que, por su anatomía, son muy sensibles al frío, con lo cual, entendiendo sus reacciones, sabremos cuándo necesitan abrigo o protección contra la naturaleza. Evitemos decidir por ellos en situaciones en las cuales están en capacidad de indicarnos su grado de comodidad o incomodidad con el clima.

 

Trabajar los miedos desde el libre albedrío

Parte del libre albedrío consiste en manifestar rechazo a una situación que genera estrés, y es lo que ocurre cuando nuestro perro tiene miedo. Y es natural que los responsables quieran ayudarle a superar un miedo, pero aquí es cuando debemos entender muy bien lo que nuestro compañero está sintiendo y lo que nos intenta expresar. Intentar condicionarlo a estímulos que le generan temor o desagrado, posiblemente empeorará la situación.

Afortunadamente, hoy en día hay infinidad de recursos para ayudarlos a gestionar esas situaciones, para trabajar desde la empatía.

Para situaciones de estrés o ansiedad, -y siempre previa consulta con un veterinario-, la acupuntura, la homeopatía y la fitoaromaterapia ofrecen recursos no invasivos que ayudarán a tu compañero a lidiar con los miedos.

Entender el libre albedrío de nuestros perros nos permitirá reforzar el vínculo de confianza con nuestros compañeros, y trabajar junto con ellos en una mejor convivencia en donde puedan asociar sus experiencias con algo positivo. De esta forma, reforzamos sus decisiones, en lugar de condicionarlos a que hagan algo que no quieren.